viernes, 27 de abril de 2018

Egipto, un viaje al país del Nilo

Según los indicios y en coincidencia con la opinión de la mayoría de los especialistas turísticos, durante este 2018 se producirá una paulatina recuperación de destinos, tiempo atrás muy solicitados, como Túnez, Turquía y, en especial, Egipto… Para aquellos que se estén pensando viajar a este último país, tan solo decirles que, ahora mismo, la calidad y los precios, son muy buenos. De momento, y a modo de aperitivo, les invitamos a un particular viaje imaginario que, de hacerlo real, vivirán una experiencia inolvidable. Comenzamos…


Egipto es magia e historia, es arqueología y paisaje, es cultura y tradición, pero también fascinación y misterio. Se ha escrito más sobre la civilización del antiguo Egipto que de ninguna otra época de la humanidad. Nombres como Ramsés, Tutankamón o Cleopatra, nos resultan tremendamente populares, y la idea del pasado de Egipto nos acerca a un origen común de la cultura mediterránea y, por tanto, al origen de la civilización occidental.

Resultaría tópico decir que el sólo hecho de la breve contemplación de las pirámides, ya justificaría ampliamente un viaje a Egipto. Aunque parezca manido es una gran verdad, pero, al mismo tiempo, sería algo imperdonable quedarnos sólo ahí y perder la oportunidad de adentrarnos en el conocimiento de un imperio que, durante más de 3.000 años, vivió su esplendor a orillas de uno de los ríos más importantes del mundo, el Nilo.

Egipto es un país extraordinario y con una increíble belleza natural. Para conocerlo iniciamos nuestro viaje imaginario en El Cairo, la capital. Una bulliciosa metrópoli de más de dieciséis millones de habitantes que reúne no sólo impresionantes templos y monumentos construidos en tiempos de los faraones, sino también el legado de griegos y romanos, las iglesias y los monasterios de los primeros cristianos, y la desbordante profusión artística y arquitectónica acumulada durante siglos de dinastías islámicas.

Para empezar con buen pie y reponernos del viaje de avión, lo mejor es alojarse en un buen hotel. En este caso lo recomendable es un establecimiento de cinco estrellas, o cinco estrellas lujo, situado frente al Nilo, bien en pleno centro de la ciudad o localizado en la isla de Roda, en pleno centro comercial y de negocios de la ciudad. En ellos encontraremos todas las comodidades para relajarnos y, a la noche, podremos disfrutar de una magnífica cena en alguno de sus variados restaurantes de comida nacional e internacional, que nos permitirán reponer fuerzas antes de pasar nuestra primera noche en el país de los faraones.

A dieciséis kilómetros del centro de El Cairo, por la carretera del Oeste, se encuentra la meseta desértica de Giza en donde se levantan las archifamosas tres pirámides que levantaron los faraones de la IV Dinastía (Keops, Kefrén y Micerinos), así como la misteriosa Esfinge.


Al contemplar las tres pirámides, sorprende su monumentalidad y sus proporciones, pero, si vamos más allá, quedaremos fascinados al comprobar su disposición, imitando a las tres estrellas del Cinturón de Orión, y su ubicación, en especial la de la gran pirámide de Keops con una inexplicable equidistancia con respecto al Polo Norte y al centro de la Tierra. Además, la entrada principal a la pirámide de Keops tiene una peculiar inclinación que resulta ser paralela al eje de rotación de la Tierra y su prolongación señala exactamente la Estrella Polar.

Muchos son los misterios y tesoros que aún quedan por descubrir. Sin ir más lejos, todavía sigue sin encontrarse la cámara funeraria de la pirámide de Keops. En cuanto a la Esfinge, se cree que existen dos cámaras situadas debajo de su estructura. De una de las cámaras se ha detectado por radar un túnel que podría llegar al más extraordinario de los tesoros hallado jamás, se trataría de la llamada Sala de los Archivos que, según algunas teorías, guardaría una especie de biblioteca cósmica en la que estarían recogidos los secretos de la historia del hombre. Esta hipótesis está relacionada con la teoría de los atlantes que, tras la destrucción de la Atlántida, pudieron llegar a Egipto hace más de doce mil años, desarrollando la necrópolis de Giza y ocultando allí sus conocimientos.

Resulta imprescindible una visita a Menfis, antigua capital del Imperio Antiguo, y a la necrópolis de Saqqara, visitando su famosa pirámide escalonada (2650 a.C.), primer monumento de piedra de Egipto y del mundo.

No se puede abandonar El Cairo sin haber visitado el Museo Egipcio y sin haber disfrutado de sus cafés, restaurantes, mercados y espectáculos. Entre sus restaurantes más afamados destaca Naguib Mahfuz, situado en pleno mercado de Khan el Khalili.

Después de pasar tres noches en El Cairo llega el momento de embarcarnos en un apasionante y placentero crucero por el Nilo, cuna de la civilización egipcia. Para ello volaremos hasta Luxor, anteriormente Tebas, capital ceremonial de los antiguos faraones.


Un buen crucero por el Nilo es una experiencia inolvidable. El lujo oriental, la belleza natural del paisaje, la contemplación de la ebullición de la vida en sus orillas y el continuo descubrimiento monumental de su pasado, nos sumergen en un entorno de exotismo en el que viviremos unos días maravillosos. Uno de los mejores cruceros para embarcarse es el Nile Dolfin, un hotel flotante de cinco estrellas en el que, además de disfrutar de todo el confort de su categoría y de una excelente gastronomía, tendremos la sensación de que en cualquier momento nos vamos a encontrar con la escritora Agatha Christie o con alguno de sus personajes.

Formando parte del itinerario del crucero, mil maravillas nos esperan… La necrópolis de Tebas con el Valle de los Reyes, el Templo de Hatchepsut, Medinet Habu y los Colosos de Memnón. Es imprescindible la visita a los Templos de Luxor, Karnak y de Horus, este último en Edfú.

Siguiendo el curso del Nilo hacia el Sur, pasaremos por Esna, Edfú, Kom Ombo y Asuán, lugar de una gran belleza y fin del crucero. En Asuán se recomienda visitar el Templo de Philae y realizar un placentero paseo fluvial en la tradicional faluca egipcia, desde la que se puede admirar una espectacular panorámica del Mausoleo de Agha Khan, la Isla Elefantina y el Jardín Botánico. Se puede dejar para el final la visita al Museo Nubio de Asuán.

Antes de regresar a El Cairo resulta imprescindible la visita al Templo de Abu Simbel, un santuario esculpido en la roca, en medio del desierto, y que constituye el complejo mejor conservado de todo Egipto. Situado a 280 kilómetros al sur de Asuán y a tan sólo 40 kilómetros de la frontera con Sudán, se puede ir en vehículo por carretera desde Asuán, pero, para evitar un duro e incómodo trayecto de ida y vuelta, se recomienda hacer el viaje en avión en poco más de treinta minutos. El Templo de Abu Simbel es muy característico por las cuatro colosales estatuas de Ramsés II que presiden la entrada y su estado de conservación es tan bueno porque permaneció enterrado por la arena hasta que en 1813 fue localizado por casualidad, al sobresalir sobre la arena parte de la cabeza de una de las cuatro colosales estatuas.


Así, de esta manera, nuestro viaje imaginario puede concluir felizmente en el imprescindible Templo de Abu Simbel. Si regresamos en avión, podemos hacer la comida de mediodía en Asuán para, a primera hora de la tarde, regresar por avión a El Cairo, de nuevo al confort de un buen hotel. Después de otra agradable noche de fiesta, podremos regresar al día siguiente a Madrid con la satisfacción de haber vivido una experiencia inolvidable y haber descubierto que, al igual que el alma de los antiguos faraones, nuestro interés por Egipto nunca morirá.

Ángel Alonso


Con cariño a mis primos, en especial a los que ya no están…

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