¿Quién no ha soñado alguna vez con viajar
a países remotos, adentrarse en parajes inmensos y misteriosos, visitar lugares
perdidos o emular a antiguos exploradores? ¿Qué tal pasar unos “días de
descanso” haciendo un poco de puénting
en Nueva Zelanda, algo de rafting en
el río Zambeze o una “relajante” inmersión con tiburones en Nueva Caledonia? ¿Y
por qué no “desconectar” siguiendo los pasos de Marco Polo por la Ruta de la
Seda, recorriendo el Camino del Inca, transitando por el desierto en una
caravana de dromedarios o conviviendo con los nómadas de las estepas de
Mongolia?
Sin duda cualquiera de las anteriores
propuestas sería una manera intensa de vivir unos días de ocio… Es el llamado turismo de aventura, una modalidad
vacacional que comenzó a comercializarse tímidamente hace tres décadas y que,
actualmente, tiene un gran número de adeptos, constituyendo un interesante contrapunto
al turismo convencional.
Los tiempos han cambiado y la floreciente
cultura del ocio demanda nuevas propuestas en las que invertir el tiempo libre.
“El no hacer nada” ya no es sinónimo de descanso y, en ocasiones, puede que la
tregua en la actividad habitual pasa por una necesidad de ruptura y evasión con
todo aquello que recuerde al modo de vida cotidiano…
Y es precisamente ahí donde radica la
esencia misma del auge alcanzado por el llamado turismo de aventura. Una elección vacacional que se presenta como
un excelente antídoto contra los
posibles trastornos de una vida como
la actual, tal vez demasiado urbanizada, ya que necesariamente implica el
retorno a una naturaleza que se presenta como el gran escenario en donde vivir
una experiencia diferente e inolvidable.
En definitiva, se trata de disfrutar de
unos días integrándose en expediciones comerciales, cuyo fin es la realización
de recorridos por países exóticos, con grandes bellezas naturales y alto
interés paisajístico, ecológico, étnico, cultural o arqueológico… Además, la
experiencia es más completa si existe la posibilidad de adentrarse en parajes remotos,
utilizando medios de transporte, más o menos románticos, como caballos y
canoas, u otros un poco más actualizados como bicicletas de montaña o vehículos
todoterreno.
En cuanto a los destinos disponibles, la
oferta es tan amplia que resulta casi imposible que el futuro turista no
encuentre nada que le pueda interesar. Otra cosa es que los precios se adecúen
a la disponibilidad económica del que está decidido a realizar el viaje soñado…
Porque hoy en día, prácticamente, no hay nada que una buena agencia de viajes y
una saneada cuenta corriente, no sean capaces de hacer realidad.
Destinos tradicionales como India y Nepal,
con la Cordillera del Himalaya, continúan acaparando una gran cantidad de
viajeros. También el sudeste asiático, junto con China y Mongolia, el variado
abanico de los países surgidos de la extinta Unión Soviética y Siberia,
completan la atractiva oferta del continente asiático… Pero también pueden
resultar destinos muy seductores Australia, Nueva Zelanda y la Polinesia… La
gran sabana y las selvas africanas… Egipto y Jordania… Estados Unidos y Canadá…
Groenlandia, Islandia y el norte de Europa… Centroamérica y las islas del
Caribe… La Antártida…
Pero si hubiera que destacar una parte del
mundo especialmente “adaptada” para el llamado turismo de aventura, ese
honor le corresponde a América del Sur… Sus infinitas bellezas naturales, la
majestuosidad de la Cordillera de Los Andes, la inmensidad de la selva
amazónica o el aislamiento y la dureza de la Patagonia y la Tierra del Fuego,
junto con las riquezas culturales y étnicas, así como los innumerables
conjuntos arqueológicos vestigios de antiguas civilizaciones, conforman un
magnífico escenario en el que al viajero siempre se le ofrecerá la oportunidad
de formar parte de interesantes expediciones y de vivir experiencias
maravillosas, en parajes de ensueño, que nunca olvidará.
Consiste en cambiar, al menos alguna vez
en la vida, el apartamento playero por recorrer las junglas de la India a lomos
de elefante… Dejar de visitar monumentos en una hermosa ciudad europea para,
tan solo en una ocasión, contemplar a los osos polares en libertad… Elegir una
travesía a caballo por las Montañas Rocosas canadienses, en lugar de un parque
temático… La oferta es muy amplia y siempre habrá un itinerario o una posible
combinación capaz de atraer a los más exigentes.
El turismo
de aventura ofrece unas vacaciones diferentes al alcance de cualquiera que
se lo proponga, disponga de pasaporte en regla, se ponga las vacunas recomendadas,
pueda costeárselo y, por supuesto, tenga espíritu
de aventura y unas ganas enormes de pasarlo muy bien…
Ángel
Alonso
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