lunes, 5 de febrero de 2018

Turismo Espacial 2018

Han pasado casi diecisiete años desde aquel 28 de abril de 2001 cuando, tras pasar una semana en la Estación Espacial Internacional (ISS), un multimillonario estadounidense se convirtió en el primer turista espacial. El precio que Denis Tito tuvo que pagar por aquella experiencia, organizada por la empresa Space Adventures, fue de 20 millones de dólares.


Desde entonces al menos ocho compañías privadas trabajan desarrollando proyectos que, poco a poco, vayan permitiendo al turismo espacial convertirse en una prometedora realidad. De momento, al anuncio de inversiones y de progresos tecnológicos a lo largo de estos años, algunas de esas empresas han seguido incrementando sus listas de espera para los primeros viajes. Reservas por las que los futuros pasajeros ya han tenido que desembolsar importantes sumas económicas… Año tras año se aguarda con impaciencia el inicio de los primeros viajes comerciales al espacio, pero la gran complejidad de los diferentes proyectos y, sobre todo, el esfuerzo por garantizar la rentabilidad de lo que será el turismo del futuro, han hecho que todos los plazos propuestos hasta ahora se hayan visto superados y su puesta en marcha aún sea una incógnita.

Pero estando así las cosas, hay un nuevo condicionante para este 2018 que pudiera traer un nuevo impulso: el anuncio de Donald Trump de que Estados Unidos, a través de la NASA, retomará los viajes a la Luna y el proyecto de establecer una base permanente en ella, antes de viajar a Marte…

Objetivamente son pocos los que se han podido tomar en serio el deseo de Trump. El anterior programa que llevó al hombre a nuestro satélite supuso una inversión que, trasladada al valor actual, superaría los 170.000 millones de dólares… Y aunque la marcha de la economía norteamericana parece que va por buen camino, la diferencia entre el deseo y la realidad sería averiguar de qué partidas presupuestarias se podrían retraer las cantidades suficientes para volver a retomar los viajes a la Luna… Por otro lado, y aunque la inversión debería de ser “astronómica”, parece que a estas alturas ya todos han aceptado que antes de ir a Marte, el auténtico objetivo, primero hay que desarrollar la tecnología necesaria y establecer una base intermedia experimental lunar, lo cual, de llevarse a cabo, abriría un mundo de posibilidades para la industria astronáutica y, por ende, también para el turismo espacial.

Todo hace indicar que la solución pasaría por una colaboración entre la iniciativa privada y el impulso institucional, no solo de la NASA, sino también del resto de las agencias espaciales del mundo… Sería un proyecto global con dos grandes objetivos, la Luna y Marte, en el que las actuales empresas de turismo espacial podrían rentabilizar sus inversiones con interesantes contratos con organismos oficiales y, a la vez, impulsar sus propios proyectos comerciales en el espacio… Quizás ahora mismo todo pueda parecer muy lejano, pero en realidad no es así y es muy probable que en un par de años algunas propuestas turísticas espaciales se estén desarrollando con total normalidad. ¿Pero qué productos turísticos fuera del planeta están más avanzados? Ahora mismo son tres las empresas con mayores expectativas: Virgin Galactic, Blue Origin y Space X… Detrás de cada una de ellas están algunos de los hombres más ricos del mundo.

Virgin Galactic, creada por Richard Branson (fundador de Virgin Records), ofrece vuelos suborbitales de seis minutos a 100 kilómetros de altura, en lo que se supone la frontera del espacio exterior, por 250.000 dólares. El viaje consistiría en lanzar la nave desde un avión y, a partir de ahí, ir subiendo hasta alcanzar la altura de ingravidez, con una vista espectacular del planeta.

Blue Origin, creada por Jeff Bezos (fundador de Amazon), también ofrece vuelos suborbitales a 100 kilómetros de altura. Su propuesta es lanzar la nave mediante un cohete propulsor hasta alcanzar la altura de ingravidez. Una vez finaliza el vuelo espacial, la cápsula de pasajeros regresa a la Tierra y aterriza por sí misma. Tanto el cohete como la nave se recuperan y pueden ser reutilizados para realizar más viajes espaciales.

Space X, creada por Elon Musk (fundador de Paypal y Tesla), propone viajes de colonización a Marte para el 2022. El precio por pasajero oscilaría entre los 89.000 y los 177.000 euros, y la duración del viaje sería de 26 meses… Pero de manera más inmediata, Space X también ofrece viajes de turismo consistentes en orbitar la Luna por el “módico” precio de setenta millones de dólares por pasajero, a bordo de su nave Dragon 2 con capacidad para siete personas.

De los test realizados a futuros pasajeros ya inscritos en listas de espera, de entre las principales motivaciones para realizar turismo espacial hay dos que destacan: ver la Tierra y la Luna desde el espacio, y flotar en ausencia de gravedad… Pero además de la motivación, la disponibilidad económica y una desbordante pasión por querer realizar la experiencia, el futuro turista espacial también deberá carecer de problemas médicos, no padecer fobias (claustrofobia, miedo a volar, etc.), y mostrar una generosa disposición a experimentar y correr riesgos. Resulta evidente que el ser humano no ha sido diseñado para ir al espacio y, por eso, el futuro millonario, saludable y entusiasta turista espacial también deberá asumir los posibles problemas físicos derivados de la experiencia, como podrían ser la pérdida ósea y muscular, la radiación cósmica, la exposición a grandes aceleraciones y deceleraciones, o la posibilidad de sufrir un infarto debido a una excesiva afluencia de sangre a la mitad superior del organismo, como consecuencia de la falta de gravedad.       

En cualquier caso, el futuro de los viajes comerciales al espacio se despeja como una apasionante realidad que, en los próximos meses o años, se irá concretando a grandes pasos, paralela al avance de la exploración espacial. El 21 de diciembre del presente se cumplirá el quincuagésimo aniversario del lanzamiento del Apolo 8, segunda misión tripulada del Programa Apolo de la NASA y primera misión tripulada en salir de la órbita terrestre, llegar y orbitar diez veces la Luna, durante 20 horas, y regresar a la Tierra…

Aquella tripulación formada por los astronautas, Frank Borman, Jim Lovell y Bill Anders, fueron los primeros seres humanos en ver la cara oculta de la Luna y también en ver la Tierra desde una órbita alrededor de otro cuerpo celeste… Tras los nuevos impulsos recibidos y con todo a favor para el desarrollo del sector, no resultaría demasiado descabellado pensar que durante 2018 pudiésemos asistir al despegue del primer viaje comercial al espacio… Aunque fuese algo simbólico… Sería una maravillosa manera de homenajear al Apolo 8

                                                                                                          Ángel Alonso   

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